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sábado, 20 de julio de 2024

Johnny Winter, el guitarrista albino al que los Rolling Stones le dedicaron una canción y la droga no le dejaba levantar su guitarra

Por su color de pelo, la banda de Mick Jagger y Keith Richards le escribió "Tren plateado". Maestro del blues, tuvo sobredosis de heroína y el tratamiento que hizo para salir, con metadona, lo dejó muy débil. Murió a los 70 años, durante una gira que lo iba a traer por primera vez a la Argentina. Johnny Winter fue un símbolo de la guitarra de blues de Texas y abrió caminos para artistas como Stevie Ray Vaughan. Johnny Winters era un huracán blanco, un guitarrista excepcional no sólo por su enorme calidad, sino por su particular imagen. Albino y de una delgadez casi enfermiza. Los Rolling Stones le dedicaron Silver Train (Tren Plateado), rock con el que abrieron el álbum Goats Head Soup, de 1973. En agradecimiento, el guitarrista pintó el exterior de su departamento, en Manhattan, de plateado. Su estilo era una mixtura ideal de rock y blues electrizante. Una guitarra explosiva, improvisaciones frenéticas y un slide con el que alcanzaba una expresividad única. Su vocabulario en la guitarra era amplio y de un conocimiento de las raíces del blues enciclopédico. En 1972, a raíz de una sobredosis de heroína lo dieron por muerto. Sin embargo, reapareció en 1973 con ese súper disco Still Alive Well (Aún bien vivo) y su siguiente trabajo Saints and Sinners (1974), que resultó otra perla dentro de ese cosmos en el que el rock y el blues se amalgamaban sin fricciones. Johnny Winter, como ningún otro, pavimentó el camino que recorrería años después otro gigante de la guitarra texana, Steve Ray Vaughan. Se cumplieron diez años de su muerte el 16 de julio. Johnny Winter falleció, quizás, en el mejor contexto posible para un artista, en medio de una gira. Lo encontraron muerto en su habitación de hotel, en Zurich, donde había tocado la noche anterior. Tenía 70 años. Johnny Winter fue amigo de los Rolling Stones, produjo a Muddy Waters y tocó con Jimi Hendrix. La visita que no se dio La gira era de presentación de su disco Step Back y de Europa iba a saltar a América del Sur, para presentarse entre otros escenarios, por primera vez en Buenos Aires. Lo esperábamos en el Gran Rex, el 16 de octubre, pero nos quedamos con las ganas de escucharlo en vivo. John Dawson Winter III nació en Beaumont, el 23 de febrero de 1944, comenzó en su niñez con el clarinete, pero pasó a la guitarra prontamente. A los 14, ya tocaba en un grupo de blues y rockabilly. A los 18, fue telonero de B.B. King, una experiencia que lo acercó aún más al blues. Hacia mediados de la década del '60 se mudó a Nueva York y la revista Rolling Stone, en 1968, lo hizo conocido a nivel nacional y llegó su primer contrato discográfico no sin antes haber provocado una pequeña batalla entre discográficas que ganó finalmente, Columbia que, lo hizo grabar en su sello satélite Blue Sky. Lanzó dos discos exitosos: Johnny Winter y Second Winter, ambos en 1969, año en el que se presentó en Woodstock, aunque en un escenario secundario. Este artista generó el mismo efecto de revitalización del blues en los Estados Unidos que John Mayall y los Rolling Stones, en Inglaterra. Winter encarnaba a la perfección ese linaje de los guitarristas texanos; músicos de una enorme personalidad como Freddie King o Albert Collins, o el mismo Steve Ray Vaughan. Johnny Winter era dueño de una voz aguardentosa, algo extraño para un blusero blanco. Músico de una absoluta entrega, contaba, además de su potencia creativa en la guitarra, con una voz personal e inconfundible. Suavemente aguardentosa, un timbre nada común en un bluesman blanco. Los problemas que le trajo su adicción Su acelerada carrera de éxitos debió detenerse tras una sobredosis de heroína que lo sacó de la escena durante un tiempo. En 1973, Johnny Winter entró en un tratamiento de metadona, una droga limpia que, de alguna manera, reemplazó su adicción a la heroína, pero que le fue generando una progresiva debilidad. Tuvo períodos en los que tuvo que mantenerse al margen de los escenarios y las grabaciones como, por ejemplo, entre 1980 y 1984 y entre 1992 y 2004. La metadona lo llegó a debilitar al punto de tener que dejar atrás su amada Gibson Firebird In-Reverb (una guitarra pesada) por una Laser, sin clavijeros, liviana y dúctil, muy conveniente para poder tocar durante la hora y medio de sus conciertos. Su histórico compañero, el guitarrista Rick Derringer, admitió que Winter mostraba un cuadro de preocupante debilidad. “Su corazón está débil”, dijo en una entrevista a comienzos de la década de 2000. En los últimos tiempos le habían descubierto otro problema, un síndrome Túnel Carpiano, así como también problemas en la cadera que lo obligaban a tocar sentado. Winter tiene con Jimi Hendrix una de las experiencias más curiosas de la escena del rock. Fue en 1969 y lo contó su hermano menor, también albino, el tecladista Edgar Winter. Johnny Winter, en Woodstock durante el año 1979. También tocó en el festival original, pero en un escenario alternativo. “Fue una noche en el club Scene, en Nueva York, era un lugar de vanguardia; ya había tocado Hendrix con su trío Experience y también The Doors. Era un ambiente ideal. Johnny invitó a Hendrix a se que sumase al show, pero desde que entró al club ya vimos que estaba completamente perdido. Tan drogado que no atinaba a nada. No sabíamos qué hacer, finalmente, decidió esa noche tocar el bajo y lo hizo muy bien, pero la audiencia no entendía nada”. En 1977 produjo uno de los últimos grandes trabajos de Muddy Waters, el álbum Hard Again, un disco excelente con el que ganaron un Premio Grammy. Este álbum está considerado como uno de los mejores discos de blues de la historia. Uno de sus últimos trabajos discográficos, I'm Bluesman (2004), recibió las mejores críticas y mostró que aún sin aquella energía seguía siendo un músico de enorme calidad y de una genuina honestidad musical. Pese a todos sus problemas de salud, Winter siguió el consejo de Keith Richards. “Los músicos no nos jubilamos, nos morimos tocando”. fuente: clarin 18/07/2024

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